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Las huellas de la industria papelera en Teruel

Las localidades de Beceite y Valderrobres vivieron un precoz florecimiento industrial gracias a la proliferación de fábricas de papel entre finales del siglo XVIII y mediados del siglo XIX. De ello dan testimonio en la actualidad una serie de imponentes instalaciones fabriles junto al cauce del río Matarraña, algunas reconvertidas para uso turístico y otras en ruinas.

La reciente denuncia de Hispania Nostra sobre el estado ruinoso de la Antigua Fabrica de Papel de Isidro Zapater y la revisión de la datación del Álbum C de Goya a partir de la marca de agua de la antigua fábrica de Gaudó en Valderrobres han puesto de actualidad el potente foco industrial que existió en el alto Matarraña hace dos siglos y que desapareció al no poder afrontar la renovación tecnológica que requería la producción papelera.

La historiadora del arte Ana Ballestero, que ultima su tesis doctoral sobre los molinos papeleros de Beceite y Valderrobres, explica que la presencia de nueve fábricas de papel en la primera de estas localidades y cuatro en la segunda constituyó “el único ejemplo aragonés de una industrialización basada en la producción papelera”, proporcionando trabajo a  unas 300 personas y compitiendo con los productores catalanes.

Uno de aquellos industriales, Antonio Morató, obtuvo una cartulina opaca que fue muy apreciada por los fabricantes de naipes. Ballestero califica aquella innovación como la “receta mágica” que permitió tener como cliente al famoso fabricante de cartas Heraclio Fournier, pero también a otros compradores de Alemania, Francia, Holanda y Sudamérica. Los distintos usos de sus cartulinas incluyeron la producción del vermú Cinzano o de la cerveza El Águila. El papel de Morató se utilizó en la primera edición de la serie de grabados ‘La Tauromaquia’ de Goya. Además las novedades tecnológicas desarrolladas en Beceite se exportaron a fábricas de Villanueva de Gállego (Zaragoza) y Villarluengo.

Ana Ballestero ha utilizado como principal fuente documental el Archivo de Protocolos Notariales de Zaragoza, por donde pasaban todos los contratos que los fabricantes de papel firmaban con el Arzobispado de Zaragoza para el aprovechamiento de los caudales del Matarraña y sus afluentes al ser la archidiócesis zaragozana titular de estos derechos.

La primera referencia a este foco industrial se remonta a 1754 y corresponde  a la Antigua Fabrica de Papel de Isidro Zapater, reconvertida actualmente en un hotel. La misma senda siguieron otras dos fábricas de papel de Beceite, otra se reconvirtió en apartamentos, otra se utiliza ocasionalmente como cafetería y una cuarta, la de Noguera, la última que cerró sus puertas, en los años setenta del siglo XX, se acondicionó como centro cultural por la malograda pintora Gema Noguera. También la fábrica Gaudó, que fabricó el papel con el que Goya compuso su Álbum C entre 1814 y 1823, también se convertirá en un hotel de cuatro estrellas, mientras que las restantes industrias papeleras de Valderrobres –la Bonica, la Fabriqueta y la de Fort– están en ruinas.

La fábrica Bonica de Valderrobres, con las fachadas cubiertas de exóticas pinturas murales, es, según Ballestero, un caso “único en España” de arquitectura industrial embellecida, pero su difícil acceso a través del río Pena complica el aprovechamiento cultural o turístico.

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